miércoles, 9 de noviembre de 2011

La Ciudad de los Muertos



Hola de nuevo, compañeros. Hoy llego con algo de retraso (para variar), pero llego. En este caso a las 2 y algo de la mañana, absorto entre el frío, la lluvia, y Sunn O))), para traeros la historia de esta semana. Si no he podido hacerlo antes, es porque me he encontrado especialmente ocupado trabajando. Pero bueno, no creo que sea esto algo que deba explicar aquí, así que, ahí va:

Otra de no-muertos:


Un desértico poblado se mostró ante ellos. Era sólo media tarde, pero el día de viaje había sido demoledor para ellos. Judy parecía muy herida, incluso había perdido la consciencia. El motero entró pidiendo ayuda a gritos entre las vacías casas de madera, por la polvorienta calle. Nadie respondió. Dejó ahí la moto, y llevó a Judy en sus brazos hacia una de las casas. Abrió una puerta, en lo más profundo de un viejo porche.

Dentro había algo que olía mal, pero mejor era aquello antes que nada. Dejó a Judy tumbada en el roto sofá que acababa de descubrir. En el rostro de la muchacha se dibujaban gestos de dolor, y el sudor de su frente indicaba que la fiebre le subía. Algo tendría que hacer. Se sacudió, y salió de nuevo a la calle.

Pero para su sorpresa, un vehículo militar irrumpió en mitad del desolado paraje, del cual comenzaron a salir personas armadas, ataviadas con trajes de camuflaje, y corrieron de un lado a otro. Sin embargo, entre ellos, habían unos pocos que no llevaban armas. Antes de poder percatarse, Marky ya había sido reducido por estos inesperados visitantes.

Habiendo recuperado sus sentidos, el motero despertó en otra casa. El olor seguía siendo tan fuerte como en la casa en la que dejó a Judy. Parecía ser que era algo común a todo el poblado. Estaba esposado, sentado en una silla de madera. Frente a él había uno de esos hombres que no llevaban armas.

-"Veo que has despertado".
-"Ugh..."
-"¿Cómo te encuentras?"
-"Cómodo, ¿se puede estar más cómodo que esposado sin motivo alguno?"-Respondió Marky.
-"No, no sin motivo."
-"¿Qué hay entonces tras esto?Es lo mismo...¡hay una mujer herida!¿¡No deberían hacer algo por ella!?"
-"Será tarde. La tardanza de los efectos varían según el tipo de sangre. De todos modos está condenada. Como tú"
-"¿Condenado?¿A qué?"
-"Hemos venido a limpiar el lugar. Quizá tú puedas venir con nosotros. Pero si como dices tienes una amiga herida aquí, no correremos riesgos."
-"¿Qué riesgo? ¡En todo caso ella corre riesgo!"
-"Tendremos que dejarla. Al menos tú has tenido suerte. Esta noche barreremos varias hectáreas con napalm. No podemos permitir que se extienda."-Dijo negando con la cabeza.
-"No entiendo nada de lo que dices, pero no me gusta en absoluto. No te quepa la menor duda de que..."-Le respondió Marky sacudiendo la silla a la que se encontraba atado.
-"Esto es culpa nuestra, entiendo que estés furioso. Nuestro afán por llegar más lejos antes que nadie nos ha llevado hasta aquí. Es el progreso descontrolado, por el que hemos hecho cosas como esta, y peores. El problema es que esta vez el problema nos ha llegado a casa, en lugar de permanecer en su laboratorio en algún país tercermundista. Da igual que escuches esto, no saldrás de aquí."

Entonces se escuchó un ruido fuerte del exterior de la casa, seguido de disparos. El hombre se levantó de golpe, y fue a dirigirse al exterior. Una vez solo, Marky se levantó, y se asomó por la puerta. Era de noche, otra vez. Ahí afuera parecía haber comenzado una batalla campal. Personas provinientes del fondo de la calle eran acribilladas por los militares. Y sin embargo, no se detenían. Pronto se dieron cuenta de que no era el único frente por el que podrían ser atacados, pues esos extraños seres, por encima de la muerte, habían comenzado a salir de otros lados.
Es raro pensar que en realidad son ellos los que carecen de maldad alguna, pues se mueven únicamente por una necesidad natural. Son las personas vivas las que se mueven por maldad; las que matan por placer, las que provocan males tan grandes por beneficio propio y totalmente egoista. A nuestro lado, los zombis son inocentes y puros. Ahora, el olor nauseabundo que traía el viento se mezclaba con el de la pólvora.

Ello no quita que sean un riesgo potencial de morir, y mejor ver a uno de esos abatido en el suelo, que verse uno mismo entre sus tumultos. Marky salió a la calle, bordeando el edifico, tratando de apartarse de los disparos y explosiones. Allí encontró al hombre que estuvo con él instantes antes, en el suelo boca abajo, con cinco de esos seres a su alrededor deleitándose con sus tripas. Marky golpeó una piedra hacia ellos, y estos se giraron, haciendo un amago parecido a mirarle, con sus blancos y desenfocados ojos. Untados en sangre, se levantaron, y avanzaron hacia el hombre esposado de chaqueta de cuero, quien corrió hacia el coche militar. Sabía que a la vuelta de la esquina había un grupo de hombres armados, los había visto antes. Algo se podría hacer.

Esos seres corrían más de lo que Marky esperaba. En un pestañeo, ya estarían sobre él, hincando sus pútridos dientes en su cuerpo. Pero la suerte le sonrió, haciéndole tropezar en el momento justo en que dos soldados cruzaban el lugar. Abrieron fuego indiscriminadamente, sin reparar en que el preso había rodado hasta llegar debajo del porche. Habían abatido a los no-muertos, sin percatarse de Marky. Este avanzó a rastras hasta llegar de nuevo hasta el cadáver que había abandonado poco antes. Tenía una corazonada. Corrió a su lado, y le examinó apresuradamente por el cinto y los bolsillos. Efectivamente, tenía un llavero, con varias llaves. Lo cogió, y avanzó hasta la primera casucha a la que llegó. Esperaba que Judy siguiese ahí.

Y efectivamente, así era. Los militares no habían reparado demasiado en el interior de las casas, al parecer. Se quitó las esposas lo más rápido que pudo usar torpemente las llaves. Era un alivio, pensó frotándose las muñecas. Y miró a Judy, tendida en el sofá, pálida y débil. Casi parecía que no respiraba. Acto seguido miró por la ventana, y vió como el coche militar arrancaba y huía arrollando esos seres. Pero aún quedaban muchos más. Aquello a donde fue con la esperanza de ser la salvación para todos, resultó ser todo lo contrario. Allí vió que no había salvación, y posiblemente no la fuese a haber. Aquello le resultó ser más bien una Ciudad de los Muertos.


Marky había viajado mucho. El Sol y el polvo fueron lo único que vió durante unas cuantas horas. Caminaba (pues la motocicleta ya se había quedado sin combustible) salpicado por sangre, sangre de la mujer que horas atrás veía el amanecer con él. Aún no se podía creer que eso estuviese sucediendo. Su mente repetía la escena una y otra vez, alentada por la sed, el hambre, el calor, y el miedo.

Pero era hora de olvidar. Él seguía vivo. Y de nuevo, nada importaba más que eso.




Hale, y ahí está la historia que tuvo que ser la semana pasada. Perdón por el retraso. También he de añadir que no se me podía pedir mucho, pues es tarde, y últimamente he dormido pocas horas. El título de esta historieta es un guiño a una canción de Sabbath(¡un saludo a aquellos hermanos del metal con los que coincidí en la banda!). Y nada más que añadir. La semana que viene, supongo que una de rol. Espero poder usar el tema de "mi vecina es una marciana", me gustaría mucho, pero es complicado. Lo pensaré, pero mientras, me decantaré por la propuesta de rol.


Buenas noches a todos.

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3 comentarios:

  1. Qué decir? Me he imaginado tan bien la escena que esta noche no duermo.
    Good job!

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  2. ¿Podéis creer que al día siguiente, cuando me desperté, no recordaba para nada lo que había escrito?
    ¡Ah, y gracias por el halago!^^
    ¡¡Los comentarios siempre (SIEMPRE) se agradecen!! =D

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  3. Esta muy bien y el ritmo mola (me he estresado leyéndola, como si fuera yo el que escapaba). Por cierto es verdad que los zombies carecen de maldad (y de bondad también), pero eso de inocentes y puros a nuestro lado, je je, ahí te has dejado llevar campeón ...

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