-Tenemos que liberar al Caballero Bendito, quizá nos ayude a luchar contra la maldición- levanta la voz Jaime sobre los gritos y el pesado rechinar metálico.
-Pero...pero...-balbucea Julián muerto de miedo.
-Limitate a abrir eso y acabemos de una vez-Corta Gloria.
Jaime desliza los dedos por las correas de piel que cierran el cajón.
Gloria se limita a mirar mientras Julián y Jaime hacen el trabajo. El chirrido metálico suena más alto que nunca cuando la puerta del cajón cae al suelo. Jaime se apodera de la linterna y alumbra el interior. Gloria es la primera en dar un respingo.
Jaime se asoma al cajón. Hay un haz de luz y luego...
-¡Aquí no hay nada!-exclama Jaime.-¿No dijisteis que aquí había una armadura?.
-La había- Se enfada Gloria recobrando su frialdad.- ¡Este cajón pesaba un quintal cuando lo empujamos hasta aquí!.
Gloria echa una mirada al cajón.
-Alguien debe haber sacado la armadura, eso es todo.-Contesta Julián.
Mala observación: !IIIIIIIIiiiiiaaa! El chillido aterrador del Caballero Maldito se convierte en una siniestra carcajada.
-Es la maldición. El Caballero Maldito asesinó sir Elot Serner y ahora se ha apropiado de su armadura.-Les explica Julián.
-¿Y qué más?- Contesta Jaime incrédulo.
De repente ve algo allí, en el fondo del cajón: un viejo y maltrecho pedazo de pergamino. ¿Lo coge? El asusto de la maldición parece cada vez más serio.
a) Recoger el papel y leerlo.
b)Cerrar el cajón y llamar a la policía.
Hombre, yo en realidad llamaría a la poli o a los cazafantasmas, pero dado que no soy ni Jaime, ni Julián ni Gloria ... que cojan el papel y que lo lean ( si está en cristiano claro )
ResponderEliminarQué remedio, imagina la reacción de la policía si les llamaran.
ResponderEliminar