lunes, 26 de enero de 2015

¡Publicidad como Artista! II

He aquí la siguiente imagen que cuelgo de 2063 : Mutants of the Rising Sun (aunque posiblemente el nombre del proyecto se reduzca simplemente a 2063). En este caso, se trata del parque Daiba, la primera escena al aire libre.




El mundo en el que nos ambientamos es un futuro post-apocalíptico, ubicado en el Japón del 2063. La Tierra ha sido infestada por mutantes monstruosos, y la naturaleza ha devorado los vestigios que pudiesen quedar de la civilización.
Por supuesto, las cosas eran muy diferentes antes del cataclismo. Japón era un referente tecnológico y científico a nivel mundial, cuyos habitantes podían gozar de un nivel de vida realmente satisfactorio. Sin embargo, el incipiente exceso de población y la amenaza de una grave recesión económica ponían en peligro la economía del país.
Las tensiones políticas internacionales entre las grandes potencias mundiales acabaron arrastrando a Japón a enfrentarse en conflicto armado con Korea del Norte. Esto no hizo más que empeorar la situación de la nación nipona, cuyo gobierno decidió tomar serias medidas al respecto.
El futuro del país dependía de conseguir una mayor relevancia en el panorama político de Occidente, y dada la crisis por la que pasaba el mundo, era el momento de actuar. Para garantizarse esa relevancia, se desarrollaron varios proyectos científicos con el fin de mejorar el poder de las fuerzas militares japonesas. El culmen de estos proyectos fue la creación del HGHA-1, agente mutágeno capaz de dar capacidades sobrehumanas a los soldados.
Pero el agente vírico resultó ser demasiado infeccioso e inestable, y se escapó del control del laboratorio hasta la población civil. Se propagó como la pólvora, extendiéndose más allá de las fronteras japonesas.
Tras el paso de diez largos años, ya no quedó ni rastro de Japón tal y como se conocía. Los supervivientes malviven con los restos del antiguo mundo, defendiéndose como pueden de las aberraciones que vagan por las ruinas.
Sin embargo, aún hay esperanza. Un último remanso de la humanidad logró surgir en Nara. Con el paso del tiempo, fue capaz de crecer, y atraer más gente dispersa por la isla. Las mentes más brillantes que sobrevivieron lograron reunirse en este campamento, donde investigaron el origen del virus. Finalmente, encontraron un remedio para evitar que se extendiese a más supervivientes, dando una segunda oportunidad a la humanidad.





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lunes, 24 de noviembre de 2014

¡Publicidad como Artista! I


Hola de nuevo, después de tanto tiempo.

Esta entrada sirve como introducción a mi portfolio como artista. Sé que no tiene que ver con el concepto general del blog que se había propuesto, pero es un buen punto de partida. Cabe decir que más que dibujante, aún soy aprendiz de dibujante (en el portfolio podrán verse trabajos de otras naturalezas relacionadas con videojuegos). De todos modos, es posible que suba a este blog el desarrollo de este personaje al completo. Por el momento, aquí va la ilustración, y una pequeña biografía.







Profesión Previa: Luchador Profesional de Sumo
Altura: 2’40 (1’80)
Peso: 250 (150)
Nombre: Akira Yamauchi
Edad: 33 (44)
Trasfondo: El señor Yamauchi era un luchador de sumo profesional antes de que la catástrofe se iniciara.  Aun sin pertenecer a alguna de las categorías más altas del sumo, ganaba lo suficiente como para poder  mantener a su adorable família. El señor Yamauchi era consciente de las repercusiones en su salud que conllevaba su estilo de vida, pero no le importaba; una vida corta pero llena de gloria era todo aquello cuanto podía desear. Sin embargo, el progreso de su carrera en el deporte era lento, y solía ahogar sus penas entre tragos de sake. Aún aparentando alguien sereno y digno entre sus semejantes, en ocasiones sufría fuertes ataques de ira, ocultas en su vida privada. La bebida y la decepción habían agriado su serenidad y su ambición.
La catástrofe se encontró con el señor Yamauchi mientras éste estaba a punto de entrenar. No era consciente de haber sido infectado, pero aquello era un hecho. Los vómitos, la fatiga, el dolor de articulaciones o los sarpullidos habían sido achacados a su sedentario y alcoholizado estilo de vida. Tardó apenas unos instantes en perder la consciencia en mitad de la calle.


Nunca volvería a ser el mismo. En realidad, ahora estaba mejor así. No tendría que preocuparse por mantener a su familia, ni por mantener la compostura frente a aquellos que le miraban por encima del hombro. Su ira parcialmente contenida durante tantos años le había despertado con renovadas fuerzas.  Lo que una vez fue habría arrojado una lágrima de arrepentimiento de ser consciente de lo que ahora era. Pero simplemente, ya no podía preocuparse por ello. Ya no podía preocuparse por nada.


Este trabajo es para mi proyecto final en el HND de arte y diseño para videojuegos.  Estoy desarrollándolo junto a otros  nueve estudiantes, bajo el sobrenombre de The Mighty Firesword Studio. Al proyecto lo habíamos bautizado originalmente como Gekido, pero está sujeto a cambio. En mi caso, me ha tocado desarrollar el enemigo recurrente pesado del juego, bautizado de forma genérica como Rikishi (originalmente iba a ir caracterizado únicamente como luchador de sumo, pero se optó por darle un aspecto más genérico).

Ya pondré el enlace a mi portfolio cuando esté listo.




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(Sí, ahora pondrá Mighty Marcos en lugar de Nugvy. A efectos prácticos, viene a ser lo mismo.)

sábado, 7 de septiembre de 2013

El escritor en el bar

Bueno, después de tanto tiempo, otra entrada. Esta no alcanzará la calidad que pudiera alcanzar una entrada cualquiera si la escribiese con cierta preparación, pero el motivo es parte de una historia más larga. En realidad, esta entrada debería de formar parte del resultado de un taller de narrativa dadaísta que unos amigos y yo teníamos preparado. La idea es que cada uno de los participantes escribiese una historia (sin conocer la de los demás) de una hoja como longitud máxima, con ciertas palabras clave extraidas aleatoriamente de un diccionario; después dos de nosotros uniríamos todas para crear un relato completo. Pero no se llegó a realizar al final completamente la idea (o ha sido aplazada para bastante más adelante), así que me permito el lujo de subir mi parte al blog.


La lluvia era más fría que de costumbre. El escritor corría por las calles, encogido sobre sí mismo, cubriéndose lo mejor que podía con su abrigo. El día había ido de mal en peor; el trabajo en la oficina había sido especialmente duro, y para colmo, había perdido el tren de vuelta a casa justo el día con la lluvia más intensa de todo el invierno. Lo peor es que no podría volver hasta mucho más tarde, por lo que tendría que comer en algún desaconsejable bar de mala muerte que tuviese a mano.

Empujó la puerta de cristal, suspirando profundamente, reconfortado por el calor del lugar. Olía fuerte a comida frita y asada, casi a tizón. Además, el murmullo de la gente era algo desagradable. El escritor se sentó en la barra, y un abuelo se acercó para tomar nota de lo que comería. Mientras esperaba, no pudo evitar mirar con desagrado al tragón que se sentaba a su lado, que no dejaba de arrear sorbos la concha de uno de esos gasterópodos pulmonados de mar tan asquerosos. No lograba comprender como la gente podía comer eso.

Y justo cuando se dispuso a levantarse para marcharse, escuchó un sonido familiar de fondo. No se había fijado hasta ahora, pero había una radio puesta, con música de fondo. Y había empezado a sonar una canción que movió algo en su interior. No la había escuchado desde su infancia. Por un momento, volvieron a su mente imágenes de su infancia. Volvió a sentir el temor de un niño que entra por primera vez en la escuela, la ansiedad del niño que abre los regalos de su cumpleaños...

El anciano barman interrumpió su trance, sirviéndole la sopa y el té enlatado que había pedido. A pesar de estar hirviendo, la sopa se sentía bien, y mamar de la lata de té relajaba su garganta que ardía por el caldo de su comida. Miró de nuevo a su alrededor. Ya no le incomodaba la gente, y sin embargo, sentía algo hacia aquel entorno. Sentía una combinación de fascinación y lástima. En cada una de esas personas, en el decorado del lugar, veía recuerdos de su infancia. Su padre comiendo en silencio, su hermano siempre tan abusivo, sus huidas por el campo, las cenas familiares de navidad, los regalos que las seguían... Hasta que llegó a verla.

Aquella joven se veía radiante. Parecía que la cubría un halo, separándola de todo el cargado ambiente que impregnaba el bar. Su gesto risueño la elevaba por encima de todo lo que había visto hasta el momento. Entonces el escritor se percató de su propia mirada indiscreta, y se volvió de nuevo hacia el plato medio vacío que tenía frente a él, en la barra. Qué era el, sino parte de ese ambiente decadente, mojado aún por la lluvia, cansado, viejo.

Pero entonces se dió cuenta. En realidad no había estado viendo a la joven de la mesa junto a la ventana. A quien había estado viendo era a la mujer que lo esperaba en casa. Sonrió confortado para sí, pensando en la tranquilidad que le esperaba cuando llegase a su hogar. Sólo por ello, valía la pena haber pasado aquel día. Por si fuese poco, aquella cena había abierto el cofre de su imaginación. Hacía años que no escribía, y ahora, rodeado por el frío de la lluvia, el calor de la comida, el murmullo de la gente, y la esperanza en el futuro, era capaz de vislumbrar infinitas aventuras, lugares más allá de lo imaginable, e historias más fantásticas que todas las que hubiese conocido hasta entonces. Porque eran historias que surgían desde lo más profundo de su ser.

El escritor se levantó de su sitio, dejando el dinero y algo de propina en la barra. Se ajustó sus vestiduras, y empujó las puertas de cristal. El sol ya se había puesto, pero no le importaba. Daría un paseo bajo la lluvia mientras esperaba al tren. Tenía mucho en lo que pensar.




Hale, eso es todo. Tenía en mente otras dos entradas, ya más trabajadas (y no escritas sin pensar en una sola tarde), que aún no he escrito por pereza. Espero que en breve tenga las ganas de vencer a mi pereza y subirlas.

PD: He de admitir, como nota anecdótica, que parte de la inspiración para el relato fue el escuchar MadWorld un día lluvioso en un restaurante de mala muerte :3

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miércoles, 6 de marzo de 2013

Bruja

Bueenoo, hacia mucho que no ponía nada por aquí  pero hoy, es un bonito día , así que, pondré algo que prepare hace unos días  se que no es perfecto, que tiene fallos, pero no soy el mejor poeta, tampoco pretendo serlo.
Ale, con muchísimo cariño, a mi bruja,le dedico esta poesía hecha por su informático loco :)


viernes, 2 de noviembre de 2012

La Aldea, Parte I



     Hola a todos, de nuevo. Sí, ha pasado prácticamente un año desde la última vez que  escribí algo en este blog. Todo comenzó siendo un ejercicio puntuable de la universidad. Mis dos compañeros y yo aprobamos la asignatura holgadamente, y el blog se quedó algo colgado. Me hubiese gustado mucho seguir, pero el tiempo no apremiaba. Sin embargo, hoy, después de trabajar, he sacado hueco para volver. No sé cada cuanto apareceré, pero espero que más que todos estos últimos meses. Seguiré haciendo historietas cortas, pero esta vez posiblemente tengan relación (el motivo es que he dejado de estudar Ingenería Multimedia para estudiar Diseño Artístico  de Videojuegos), pues tendré que diseñar un videojuego, y basaré estos relatos cortos en el desarrollo del mismo. Por lo menos varios de ellos.


De modo que allá va.


     Era otra dura jornada de frío intenso. Eikki movía con pesadez la carreta entre los pocos cultivos que sobrevivían al hielo. Los agricultores iban dejando lo poco que recogían en la carreta del muchacho, quien la llevaba hacia el caserón principal de La Aldea.

    La Aldea era lo único que habitaba la Inmensidad, esa eterna planície de hielo, más allá de la cual no existía nada. La Aldea era el nombre de su hogar, donde vivían unas cuantas famílias, que cultivaban unos pocos vegetales resistentes al frío, y criaban su escaso ganado. Pero aquel año era todo aún más frío, tan frío que los animales no lo resistían, e incluso sus vegetales se helaban. Iba a ser un año muy duro, y aún más para él. No tenía a nadie que lo esperase en casa, era huérfano.

     No recordaba en absoluto a sus padres, por lo que no le apenaba la idea de ser huérfano. Sin embargo, cada vez que miraba al oscuro horizonte le recorría un escalofrío: según Reigar, habían muerto por desobedecer las normas, y marcharse hacia la Inmensidad. Y es sabido que allí sólo hay hielo y muerte. Despejó rápidamente esos pensamientos de su mente, y tiró con más fuerza de la carreta, el caserón de Reigar estaba cada vez más cerca.

    Entró abriendo el portón de madera, cargado con un pequeño saco lleno de comida fría (pues antes de entrar había tenido que dejar el carro en el almacén). Reigar era lo contrario que él, grande, fuerte, peludo (salvo su cabeza, totalmente libre de pelo). Eran tan distintos, como lo era el interior de esa casa al exterior. Fuera los colores pálidos de la nieve y el frío se confundían con un cielo por siempre gris y agitado, mientras que dentro del caserón del alcalde el fuego daba un aire hogareño y acogedor, iluminando nítidamente todo aquello que su luz alcanzaba. El líder de La Aldea recibió al joven extendendo sus brazos.

-¡Al fin llegaste, Eikki! Ha sido un duro día de trabajo hoy, ¿no crees?
-Sí, señor-Respondió Eikki- Y parece que irá a peor.
-Cada vez el reparto de comida es más difícil. Roguemos ayuda a Dios para que mejore el temporal.
-Pero el señor Zakaria...
-¡Zakaria no es más que un loco! Los Antiguos nos han dejado un legado para que lo perpetuemos, no para que lo desperdiciemos en campañas inútiles. ¡Si le haces demasado caso acabarás  tus dias hecho hielo!
    Entonces una voz suave sonó desde el otro lado de una puerta entreabierta. Casi tan dulce como el olor del humillo que se colaba desde ella, que posiblemente emergiese de un apetitoso plato de carne asada.

-No seas tan duro con él, cariño. Es normal que el niño se engatuse con las historias de Zakaria.

    De allí se asomó una mujer de largo pelo cobrizo y penetrantes ojos verdes, secándose las manos en un roido delantal. Era Magnhild, la esposa de Reigar.

-Pero no es bueno que llene la cabeza del niño con tonterías peligrosas.-Respondió el alcalde-.
-¿Por qué no cenas con nosotros esta noche?-Preguntó la mujer- Tenemos koira asado. Además, nos vendrá bien algo de compañía.

    Los koira fueron animales de compañía, apenas medio año atrás.

-No, gracias. -Respondió el joven- Hoy ha sido un día agotador, y...
-Deberías comer más.-Dijo Reigar, dándole una fuerte palmada en la espalda-  Puede que vaya a ser una época dura, pero no deberías descuidar tu ración de comida.
-Es cierto. -Añadió Magnhild- Comer es un lujo que aún nos podemos permtir, no deberías poner en juego tu salud.
-No es eso, sólo que esta noche prefiero descansar. Gracias por vuestra hospitalidad, mañana vendré al amanecer para recoger los tablones.

    Eikki se marchó del caserón de Reigar con un par de kreekas en la mano. Eran unos pequeños frutos de cáscara dura e interior seco, pero algo carnoso. La comida solía ser seca, pues de lo contrario se helaría. Magnhild insistió que las comiese por el camino. El joven temía en cierto modo a Reigar, pues era duro y se enfadaba con facilidad. Su mujer era justamente lo opuesto, y además, parecía tenerle aprecio. Hacía mucho de aquello, pero aún recordaba que, años atrás, el alcalde y su mujer tuvieron un hijo. Pero era débil de salud, y llegada una época de escasez (no peor que la que se cernía sobre La Aldea), no soportó la falta de alimento y el punzante frío. Eikki se compadeció. Aún siéndole extrañamente incómodo cenar en la misma mesa que el alcalde, sentía que sería lo mejor para todos volver y aceptar la invitación. Suspiró, y se resignó a dar media vuelta.

-¡Ese Zakaria! ¡No morirá helado, pero logrará que todos los demás nos hundamos en los abismos helados del Infierno!-Rugió Reigar.
-Cálmate, Zakaria no es más que un viejo senil, no puede hacer daño a nadie. -Dijo su mujer tratándo de calmarle.
-Él y sus habladurías de los Antiguos ¿¡Qué sabrá él!? ¡Debería mandarle a otear el horizonte, y que muera helado!
-Zakaria es un hombre sabio, el último anciano, no debieras decir esas cosas de él. Ha hecho mucho bien por La Aldea, medicando a los enfermos con hierbas, y...
-Ni todas sus hierbas juntas pudieron...
-¿¡Pudieron qué!?¿¡Qué no pudieron, si puede saberse!?

     Eikki escuchaba curioso desde el otro lado de la puerta exterior. Parece que había llegado en muy mal momento, le sería mejor marcharse. Sin embargo, estaba preocupado, la discusión sonaba muy acalorada. Pero no había nada que él pudiera hacer.

-¡Calla, mujer! ¡Sé que también odias a Zakaria, por mucho que te esfuerces en disimularlo!
-Pero yo soy justa.
-Sólo Dios es justo, y ese Zakaria no hace más que desafiarle. ¡Estamos así por su culpa!  Mete malas ideas en los jóvenes, les va a hacer creer...
-Eres tú quien no es justo, eres tú quien esconde la verdad.
-¡No te atrevas a continuar!
-¡No mereces hablar en nombre de Dios! ¡Si fueses justo ya le habrías dicho a Eikki de dónde viene!
-¡Mujer! -Reigar alzó su mano en ademán de golpear a su mujer.
-¡Hay algo más allá de la Nada, y Eikki es la prueba viviente de ello!- Sollozó cerrándo los ojos y apartándo la cara a un lado
-Si tan justa eres, si crees que puedes hablar en nombre de Dios,-Reigar cerró los ojos, y ,tras un resoplido, bajó la mano lentamente, ya más calmado- ¿por qué no le has dicho al chico en qué estado encontramos a sus padres? ¿por qué no le dices que venían de más allá del horizonte? Adelante, condénale a morir helado, si tan justa eres.

   Y el alcalde salió del caserón, cerrando la puerta de golpe, dejando a su llorosa mujer atrás. Miró a ambos lados en plena oscuridad, y se puso la capucha de su abrigo. Se perdió en la fría oscuridad para dar un paseo que calmase su humor, y que dejase que su mujer se despejase en la calidez de la casa. Mientas, Eikki lo observaba escondido en la puerta al almacén, pálido y sorprendido, aún procesando en su mente la información que acababa de escuchar.


Pues he aquí un fragmento (recién improvisado) de la trama en torno a la cual haré el guión de un videojuego. Me parece constructivo emplear el blog para hacer partes que puede que desarrolle posteriormente (o que desheche). Ya se verá. Como esta parte era demasiado larga como para ponerla en una sola, haré una continuación de este fragmento más adelante. Espero que les haya gustado. ¡Un saludo!


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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Le yakuza y le freak

Hola a todo el mundo. Sí, he tardado cerca de 20 días en publicar esta entrada, pero teniendo en cuenta la cercanía de la presentación de trabajos de la universidad, y demás cosas, no he podido escribir antes. De hecho, ahora tendría que estar corriendo hacia casa (que me quedan mas de cinco kilómetros de camino a pata), pero me he despertado inspirado escuchando versiones acústicas de The Smashing Pumpkins, y he decidido ponerme con esto antes de nada.

¿No me pedisteis una bizarro-gore-friki-japonesa-máscosasquenorecuerdo? Pues ahí va.


    Eran cerca las diez de la noche, en el sótano de un antro de mala muerte, algún lugar de Japón. En el húmedo y sucio lugar se reunían un grupo de hombres vestidos con trajes caros, en torno a uno atado a una silla. Este último no tenía camiseta, y los enormes tatuajes que cubrían su cuerpo se veían ahora cubiertos por su sangre. Uno de los hombres bien vestidos estaba frente a él, y esporádicamente le golpeaba la cara. Pero entonces llegó una persona del bar, y susurró algo a uno de los presentes, algo más entrado en edad que los demás. Este mandó detenerse al que estaba golpeando al prisionero.

-"Detente, no hace falta que sigas. Te necesito en otra parte."
-"Pero..."
-"Si no ha hablado hasta ahora, creo que es momento de empezar a ver cuánto valora los dedos de sus manos. Kurosaki, debes marchar."
-"¿Qué debo hacer, señor?"
-"Acabar con Ozawa Fudo. Ve, y hazte cargo de ese joven."
-"El motivo..."-Preguntó por lo bajo y algo tímido Kurosaki.
-"¿¡Cuántas veces te he de decir que no hables más de lo que se te pide!? ¡¡Ve ya, o serás tú el que no podrá volver a escribir con normalidad!!¡¡Rápido!!"-Rugió el yakuza más mayor.

    Kano, se llamaba él. Por supuesto, Kurosaki era su apellido, y como era habitual allí, solían referirse generalmente a él a través de su apellido. Resopló en el coche, mientras leía la dirección de su objetivo en la servilleta que le habían tendido. A él le tocaba siempre la peor parte. El coche arrancó, y avanzó por las abarrotadas calles de la metrópolis, bajo el cielo oscuro y lluvioso. Si de golpe quitasen el alumbrado público de la ciudad, los carteles de neón bastarían para iluminar perfectamente las calles. Pero el coche rojo, conducido por Kurosaki, fué adentrándose cada vez más en la oscuridad. Se dirigía a un barrio residencial en las afueras, lejos del bullicioso centro de la ciudad, con sus altos edificios. Era un barrio tranquilo, de casitas con jardín propio, donde daba la sensación de que las farolas no eran la iluminación suficiente.

    El yakuza bajó del coche, ignorándo el chaparrón que le caía encima, y entrándo en el jardín. Se plantó frente a la puerta, y metió su mano derecha por debajo de la chaqueta, para sostener su pistola que tenía guardada en la sobaquera. Y llamó golpeando la puerta. A los pocos segundos, para su sorpresa, esta se abrió sola. Kurosaki sacó rápidamente el arma, y apuntó, pero no había nadie. Entró por el pasillo, con el arma lista, mirando a su alrededor. Se escuchaba el sonido de agua fluir en el piso de arriba, alguien se estaba dando un baño. Se acercó a las escaleras para subir, pero tras él, al otro lado de una puerta corrediza, se escuchó una voz.

-"¿No habías venido a buscarme?"

    Kurosaki dió media vuelta, y abrió la puerta. Era una habitación pequeña, llena de pósters, estantes con miniaturas y cómics, y envases de comida a domicilio. Frente a él, dándo la espalda a un ordenador, había un chico de aspecto descuidado, con gafas; hacía bastante que no se cortaría el pelo, y la barba era de unas semanas. Sin duda, ese debía de ser Ozawa.

-"Tuviste que haberte descalzado en la entrada, has dejado el pasillo sucio"-dijo Ozawa.
-"No sé que hiciste para que tenga que venir yo hasta aquí, pero no tuviste que haberlo hecho"- dijo Kurosaki apuntándole con el arma.

    Ozawa sacó dos katanas, espadas japonesas, que habían estado colgando de la pared como decoración, y lanzó una a los pies de Kurosaki, quien se mostró algo sorprendido.

-"Qué, ¿no habías visto nunca una? Pensé que los mafias como vosotros sabíais emplearlas."-preguntó burlón Ozawa.
-"Si es tu último deseo, no veo inconveniente en hacerte morir honorablemente."-respondió Kurosaki, guardándo la pistola, ycogiendo el arma. Estaba convencido de que ese freak no duraría ni un segundo. Kurosaki era de los más diestros espadachines del lugar.

   Ambos sostuvieron sus armas, y se miraron. Kurosaki lanzó un grito, y ambos levantaron sus katanas para  atacarse mutuamente. El espacio era pequeño, y no daba oportunidad de moverse demasiado. Ambas armas chocaron desprendiendo chispas, y al momento, la pared se salpicó de sangre. Ozawa había sido capaz de, mediante una hábil finta, hacerle un corte en el costado. Kurosaki se inclinó por el dolor, y Ozawa le atravesó el hombro, retirándo la espada al instante. El yakuza soltó el arma, y Ozawa le golpeó en la cara con el mango de la katana, noqueándole.

    Poco a poco, Kurosaki abrió los ojos, recuperándo la consciencia. Oh, se sentía acalorado, parecía tener un traje que le cubría todo el cuerpo, y le daba calor. Por si no fuese poco, estaba atado a una silla, y las manoplas del traje no le dejaban apenas movilidad en los dedos para hacer nada. Estaba en un sótano, y frente a él, sentado en una silla, estaba Ozawa, con un delantal ensangrentado.

-"Bien, veo que al fin has despertado".-Kurosaki trató de responderle, pero estaba amordazado, de modo que no podía.-"No, no te esfuerces en hablar, te he tapado la boca. Y no hace falta que intentes quitarte el disfraz, sólo se abre con una cremallera a la espalda. De verdad, estás realmente adorable..."- Hizo una pausa, mirándole engatusado.-"Pero bueno, eso ya lo descubrirás tú. Sé por qué has venido a por mí, y quiero que le digas a tu jefe que no me importa cuántos como tú envie."-Kurosaki balbuceó, pero Ozawa le hizo gesto para que se detuviese-"Cálmate, cálmate. Aunque de poco servirá que te lo diga, si ahora también te digo que no eres el primero. ¿Notas algo húmedo dentro del traje?"- Kurosaki asintió, efectivamente había algo húmedo sobre su pierna, dentro del traje.-"Pues es el hígado del anterior."- Y rió de forma histérica, mientras Kurosaki trataba de escapar de las ligaduras .-"Calma, calma. Era broma. Esque me dedico a hacer comida para perro, con carne, ya sabes. ¿O no es broma?"-Y volvió a reir.

    Kurosaki miró a la única puerta que tenía a la vista. Estaba entreabierta, y al otro lado, con una luz enfermiza, se veía una máquina grande manchada de sangre. Habían sacos también manchados de sangre, posiblemente llenos de carne. Pero ¿y si de verdad ese tipo metía a gente en la máquina esa?

-"¡Hijo!"-Sonó una voz enfurecida de la planta baja.-"¡Deja de hacer tanto ruido riéndote, o tendré que hacer que tú y tu amigo vayáis a jugar a otra parte!"
-"Mamá"-Gritó Ozawa-"Ya vale, ¿no?¡ Estamos haciendo algo serio!"
-"Si, si, siempre dices lo mismo...y después te olvidas de tu madre. A ver si de una vez te dedicas a buscarte una mujer, que no quiero estar cuidándote para toda la vida."-Reprochó la mujer.
-"¡Mama! No te metas conmigo delante de los invitados. Te compraré algo."-Dijo cansado Ozawa.
-"Ya lo discutiremos, hijo, ya lo discutiremos. Ah, y no seas muy malo con ese jovencito, que era muy apuesto. Si fueses una moza..."

    Kurosaki veía cada vez más extraña la situación. ¿Dónde se había metido? Nadie le dijo que esa gente fuese tan peligrosa. Estaban enfermos, ¿cómo podía ser aquello?


-¡"Mamá!"-gritó Ozawa molesto. Tras unos segundos de silencio, Ozawa prosiguió.-"Sí, bueno, esque ella me ha ayudado a ponerte los vendajes en las heridas... Pero bueno, sigamos. Antes de que vayas a decirle nada a tu señor jefe, y eso si sobrevives para decirle algo, quiero que me compres el último tomo de Fantasy Hunter, en edición limitada. No lo he encontrado en ninguna tienda, y será gracioso ver cómo lo buscas. También quiero una revista con fotos de mujeres, y mucha comida, y que me guste. Y bueno, si de paso puedes comprar algo de porcelana de buen gusto para mi madre, estará bien."- Dijo- "Así que esto es ya una despedida. Como nota final, te diré un par de cosas. Primero, te he quitado todo lo que llevabas encima, pero te he dejado el dinero, identificación y tarjeta de crédito en un bolsillo del disfraz. Segundo, puedo ver y oir a través del disfraz, pues tiene cámaras y micrófonos. Tercero,  trata de actuar como si fueses alguien normal, ignora el disfraz, y no digas nada acerca de mí, o de tí, ni pidas ayuda. Si lo haces me habrás decepcionado. Cuarto, si me siento decepcionado, estaré molesto. El disfraz tiene pequeños explosivos en torno a lo que cubriría tus genitales y tu cabeza, sólo te lo indico para que seas consciente de ello, y después no te quejes de que no te lo dije. Quinto, si te esfuerzas, podrás quitarte la cinta adhesiva que tienes en la boca, una vez tu saliva haya aflojado el pegamento, aunque te llevará un par de horitas. Sexto, si escuchas mi voz, no te asustes, tienes auriculares puestos, por si no lo has notado, así que podré hablar contigo si me aburro. Y séptimo y último, tienes hasta el amanecer, ni más ni menos, para conseguir todo lo dicho, de  lo contrario, bueno... emplea tu imaginación. Suerte amigo, puedes irte."

    Kurosaki salió pálido de esa casa, de camino al coche. Había dejado de llover. ¿Serían ciertas las amenazas del loco ese? Desde luego, no iría a probar lo contrario. ¿Qué debía hacer? Por la noche la mayoría de las tiendas cerrarían, sería imposible encontrar tales cosas. ¿Valía la pena intentarlo? Desde luego no iba a dejarse matar por un freak como ese. Le traería todo lo que pedía, y entonces le mataría.Algo podría hacer. Por lo menos, no podría leer su pensamiento.


-"¿¡Pero qué coño!?"-Blasfemó el yakuza.

    Al verse en el reflejo del coche, vió el disfraz. Era una especie de conejo demoníaco de alguna película. ¿Cómo cojones iba a actuar ignorándo el disfraz?




Bueno, como ya dije, esta vez he llegado con algo de retraso, pero aquí está. Decir , Fantasy Hunter no existe, y el disfraz del conejo, para aquellos que no lo reconozcan, es de la película Donnie Darko. Y nada más, pues no tengo mucho tiempo a continuar. Tras dos horas invertidas aquí, me marcho a casa, a ver si llego antes de las 14:30. No recuerdo que hayan más temas en el tintero, de modo que comentad, y escribiré.
Hasta la próxima
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domingo, 4 de diciembre de 2011

Sin esperanza

esto no es una despedida, es el fin de un camino, no voy a cerrar el blog, ni mucho menos, pero creo que también pondré relatos cortos,me gusta mas que la poesía, pero no os preocupéis, amigos y compañeros a los que les gusta leerme, si alguien me pide una poesía, yo se la dedicare ^^

Yo no sé qué decir
Me siento tan mal…
Me siento tan triste y solo,
Tan pasivo y dañado

La llama de mi vida se apaga velozmente
Y cada vez tengo más claro
Que solo encontrare más sufrimiento

Me hiere recordar que estoy solo
Y que no ha ser que me ame
Ni que me vaya a amar.


Me hiere pensar
Que todas aquellas lagrimas derramadas
No ha hayan servido más que para ocupar
Un lugar triste en mi interior.

Cansado de luchar
Y agotado de ver tanta maldad
Creo haber nacido en el mundo equivocado.

Felizmente he de descansar en mi sarcófago
Durmiendo conmigo hasta la eternidad
Mi preciosa soledad.