La lluvia era más fría que de
costumbre. El escritor corría por las calles, encogido sobre sí
mismo, cubriéndose lo mejor que podía con su abrigo. El día había
ido de mal en peor; el trabajo en la oficina había sido
especialmente duro, y para colmo, había perdido el tren de vuelta a
casa justo el día con la lluvia más intensa de todo el invierno. Lo
peor es que no podría volver hasta mucho más tarde, por lo que
tendría que comer en algún desaconsejable bar de mala muerte que
tuviese a mano.
Empujó la puerta de cristal,
suspirando profundamente, reconfortado por el calor del lugar. Olía
fuerte a comida frita y asada, casi a tizón. Además, el murmullo de
la gente era algo desagradable. El escritor se sentó en la barra, y
un abuelo se acercó para tomar nota de lo que comería. Mientras
esperaba, no pudo evitar mirar con desagrado al tragón que se
sentaba a su lado, que no dejaba de arrear sorbos la concha de uno de
esos gasterópodos pulmonados de mar tan asquerosos. No lograba
comprender como la gente podía comer eso.
Y justo cuando se dispuso a levantarse
para marcharse, escuchó un sonido familiar de fondo. No se había
fijado hasta ahora, pero había una radio puesta, con música de
fondo. Y había empezado a sonar una canción que movió algo en su
interior. No la había escuchado desde su infancia. Por un momento,
volvieron a su mente imágenes de su infancia. Volvió a sentir el
temor de un niño que entra por primera vez en la escuela, la
ansiedad del niño que abre los regalos de su cumpleaños...
El anciano barman interrumpió su
trance, sirviéndole la sopa y el té enlatado que había pedido. A
pesar de estar hirviendo, la sopa se sentía bien, y mamar de la lata
de té relajaba su garganta que ardía por el caldo de su comida.
Miró de nuevo a su alrededor. Ya no le incomodaba la gente, y sin
embargo, sentía algo hacia aquel entorno. Sentía una combinación
de fascinación y lástima. En cada una de esas personas, en el
decorado del lugar, veía recuerdos de su infancia. Su padre comiendo
en silencio, su hermano siempre tan abusivo, sus huidas por el
campo, las cenas familiares de navidad, los regalos que las
seguían... Hasta que llegó a verla.
Aquella joven se veía radiante.
Parecía que la cubría un halo, separándola de todo el cargado
ambiente que impregnaba el bar. Su gesto risueño la elevaba por
encima de todo lo que había visto hasta el momento. Entonces el
escritor se percató de su propia mirada indiscreta, y se volvió de
nuevo hacia el plato medio vacío que tenía frente a él, en la
barra. Qué era el, sino parte de ese ambiente decadente, mojado aún
por la lluvia, cansado, viejo.
Pero entonces se dió cuenta. En
realidad no había estado viendo a la joven de la mesa junto a la ventana. A
quien había estado viendo era a la mujer que lo esperaba en casa.
Sonrió confortado para sí, pensando en la tranquilidad que le
esperaba cuando llegase a su hogar. Sólo por ello, valía la pena
haber pasado aquel día. Por si fuese poco, aquella cena había
abierto el cofre de su imaginación. Hacía años que no escribía, y
ahora, rodeado por el frío de la lluvia, el calor de la comida, el
murmullo de la gente, y la esperanza en el futuro, era capaz de
vislumbrar infinitas aventuras, lugares más allá de lo imaginable,
e historias más fantásticas que todas las que hubiese conocido
hasta entonces. Porque eran historias que surgían desde lo más
profundo de su ser.
El escritor se levantó de su sitio,
dejando el dinero y algo de propina en la barra. Se ajustó sus
vestiduras, y empujó las puertas de cristal. El sol ya se había
puesto, pero no le importaba. Daría un paseo bajo la lluvia mientras
esperaba al tren. Tenía mucho en lo que pensar.
Hale, eso es todo. Tenía en mente otras dos entradas, ya más trabajadas (y no escritas sin pensar en una sola tarde), que aún no he escrito por pereza. Espero que en breve tenga las ganas de vencer a mi pereza y subirlas.
PD: He de admitir, como nota anecdótica, que parte de la inspiración para el relato fue el escuchar MadWorld un día lluvioso en un restaurante de mala muerte :3
INGMNARRATIVADIGTAL por Nugvy se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
PD: He de admitir, como nota anecdótica, que parte de la inspiración para el relato fue el escuchar MadWorld un día lluvioso en un restaurante de mala muerte :3
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