martes, 29 de noviembre de 2011

Los brujos de la isla pirata (reseña de rol)

Hola a todos de nuevo. Vulevo a escribir con el retraso habitual. Bueno, pues hoy, como me habíais pedido por ahí, toca alguna vivencia con el rol. Sé que es bastante posible que aquellos que me lo habiais pedido quizá esperarais algo que también os aconteció, o a lo sumo, alguna anécdota graciosa. Pero he preferido poner una historia jugada hace tiempo, si bien aquí resumida (con permiso de aquellos que la jugaron).




La noche era clara en la isla, acababa de amainar la tormenta. Más allá del muelle de madera brillaban las casas pobres, de cáñamo, iluminadas por infinidad de lámparas de aceite. No había mucha gente por allí, apenas unas pocas sombras que se salían de los barcos recién llegados, pero de fondo se escuchaba el rumor de la muchedumbre que daba vida al nocturno corazón del poblado.


Entre esas sombras que bajaban del último barco, salió un noble paladín, con su espada en cinto y escudo a la espalda, junto a su acompañante, otro hombre de negro abrigo, encapuchado y fino, misterioso. Eran Constant y Gradius, mercenarios. Tenían que haber llevado un paquete a su destino, semanas atrás, cuando un misterioso ladrón se lo quitó de las manos. Ambos le habían seguido la pista, y habían acabado en aquella isla pirata.


Constant se dirigió a uno de los marineros que quedaban en puerto, y le preguntó si sabía algo acerca de Khanrad (aquel misterioso ladrón que les había robado), y el marinero dijo que para nada había oido ese nombre. Constant iba a insistir en su pregunta, pero se percató entonces de que el pirata iba a desenfundar su arma para posiblemente robarle, a lo que el paladín se adelantó, empujando al bribón al mar. Ante tal suceso, se acercó una figura encorbada, encapuchada, y cubierta con una capa. Dijo al paladín que no parecía ser alguien cualquiera de allí. Siguiendo al encapuchado, llegó un guerrero oriental, en pose protectora.


El encapuchado era Rul Maister, poseedor de habilidades sobrenaturales, de intelecto especial, y de un aspecto horrendo. El hombre oriental era Kang, fugitivo de su nación por haber robado una espada mágica, símbolo de la dinastía imperial.


Kang se presentó, y presentó a Rul Maister como su escudero. Constant devolvió el saludo presentándose a él mismo y a Gradius. El oriental preguntó al paladín cómo podía haber un hombre como él en aquella isla, a lo que Constant le explicó que venían buscando algo que les había sido robado. Y le devolvió la pregunta a Kang, quien dijo que viajaba por complacer su alma. De modo que decidieron ir los cuatro juntos al poblado, ya que todos ellos parecían ser de confianza. Sin embargo, la noche se presentó extraña. En un altercado público que inmiscuyó a una sicario que llegó allí a por los dos mercenarios, Gradius (en su imprevisible y arrogante naturaleza), se separó del grupo, desapareciendo. Así que sólo quedaron Rul Maister, Kang y Constant para pasar la noche en una posada.


A la mañana siguiente, el paladín y el samurái discutieron acaloradamente acerca de la localización del paquete perdido, cuando se percataron de que Rul Maister no estaba con ellos. Estaba a punto de salir por la puerta con un hechicero, de aparente salud débil.

-"¡Detente! ¡¿Qué le vas a hacer a mi escudero?!"-Preguntó el samurái molesto, a la par que tanto él como Constant sacaban las armas.
-"No es nada que incumba a escoria como tú"-Respondió el brujo.-"Posee poderes sobrenaturales, por eso vendrá conmigo".
-"¿Con ese respeto te diriges a los demás?"- Devolvió Kang.
-"Por lo menos deja ir a nuestro compañero"- Pidió el paladín.
-"¿Dejar ir?"-Dijo el brujo-" Él viene conmigo por decisión propia, no permitiré que lo retengáis por más tiempo".

Y Kang le lanzó un ataque con su espada, a la vez que una barrera mágica se interpuso entre el brujo y el golpe. Como respuesta el misterioso brujo lanzó un rayo de energía a Constant, que lo detuvo con su escudo, a la vez que avanzaba hacia su enemigo. Pero de forma sobrenatural, Rul Maister le detuvo, paralizándole, y al momento gritó a todos que se detuviesen.

-"Dejad que decida él."-Dijo malicioso el brujo.
-"¿Con quién irás, Rul Maister?"-Preguntó Constant.

Y Rul Maister se marchó con el brujo, ante la furiosa mirada de Kang. Se quedaron solos el paladín y el samurái. Que remedio, deberían continuar sin su hechicero. Así que decidieron dividirse para encontrar el valioso paquete. Kang avanzó a solas por las calles, y escuchó a un corpulento pirata hablar algo acerca de una recompensa. El samurái le preguntó por el motivo de su conversación, y el pirata le respondió lo sucedido. Al parecer, la noche anterior, Gradius había ofrecido recompensa por atrapar a un ladronzuelo. Sin embargo, una vez atrapado, el ladron no parecía tener lo buscado, se lo había requisado la secta de brujos que dominaban la isla. Kang agradeció la información, y buscó rápidamente a Constant para explicarselo.


Sin embargo, cuando se encontró con el paladín, este iba acompañado de otro guerrero oriental. Al verse, los dos orientales sacaron sus armas, y se lanzaron a combatir, para la sorpresa del paladín. En apenas unos pocos movimientos, el samurái había ejecutado a su agresor. Kang dijo que debía de ir con cuidado, pues era buscado en su país, y aquel era un enviado para acabar con él. Una vez aclarado eso, le explicó lo que había averiguado.


Y los dos marcharon por la costa, hasta que acabaron llegando a la guarida de los brujos. Irrumpieron en esta, listos para el combate. En la caverna habían varios brujos, de entre los que salió aquel que marchó con Rul Maister, acompañado de este último. El paladín pidió la piedra, y el brujo dijo que no le sería dada a alguien como él. Constant dijo que no quería hacer daño a nadie, pero le obligaban a hacerlo. Y puso su escudo por delante, y se dirigió a los brujos, seguido por Kang. A un gesto del brujo que acompañaba a Rul Maister, salió Gradius, con la mirada perdida. Claramente había intentado entrar, y en su fracaso había sido convertido en un sirviente de los brujos. Entonces los brujos atacaron lanzando infinidad de rayos mágicos, y bolas de fuego, que chocaban con el escudo y la armadura del paladín. Pero este seguía hacia adelante, impasible.
La robustez del paladín sorprendió a la mayoría de los brujos. Pero algo hizo detenerse a los dos atacantes; del fondo de la estancia, retumbó una voz en un idioma arcano, y los brujos se retiraron (a excepción de Rul, y su maestro). Del foco de la voz, salió una armadura llena de sombras, claramente el líder de los brujos, un elemental de oscuridad. De la armadura salieron dos sombras que fueron a atacar al paladín y al samurái.


Kang combatió hábilmente usando su espada mágica contra las dos sombras, mientras Constant trataba de acercarse al maestro de Rul Maister, quien puso un escudo por enmedio para protegerlo. Sin embargo, para sorpresa de todos, Gradius, en acopio de su fuerza de voluntad, retomó el control de sí mismo, y apuñaló por la espalda a Rul Maister. El brujo, sorprendido por su desliz, trató de centrarse en controlar de nuevo a Gradius. Tanto Kang como Constant aprovecharon el momento de debilidad que esa sorpresa les había brindado. Kang aprovechó para desenvolverse de sus dos oponentes, y atravesar el costado de Rul Maister, hiriéndole de gravedad. Para él, Rul era lo peor, un traidor, que ahora huia como una rata hacia la salida. Sin embargo, las dos sombras volvieron a ser su centro de atención cuando fué atacado por estas. En ese momento, Constant aprovechó que el escudo sobrenatural de Rul Maister se había debilitado para clavar su espada en el hombro del brujo, de un mortal golpe. Y en ese momento Gradius se acercó al brujo, consciente de sí mismo, y acabó con él. Ahora era libre de nuevo.


Siguiendo avanzando, Constant se dirigió a la armadura que contenía la oscuridad, cogiéndola por sorpresa. Levantó su espada, y la hundió en el yelmo, cortándolo por la mitad, rezumando ingentes cantidades de oscuridad. La victoria se dibujó en el rostro del paladín, cuando entonces el poderoso brujo oscuro estalló, malhiriendo a Constant y a Kang (debido a su cercanía a la explosión). Gradius se encontró prácticamente a solas. Miró a donde antes estaba el maestro de las sombras, y vió en su lugar una pequeña piedra negra. Ese era el paquete que debían entregar, vaya. Lo cogió, y se dispuso a salir, cuando reparó en la espada mágica del samurái. No sabía mucho acerca de esas cosas, pero parecía ser muy valiosa, de modo que también la cogió. Y marchó. Al final, no todo había salido tan mal para él.


Al poco rato, llegó un escuadrón de templarios. En principio habían seguido el rastro de piratas hasta la isla ese mismo día, para impartir orden. Pero al descubrir la secta de brujos, se habían armado para arrestarlos a todos. Al encontrar allí malheridos a Kang y Constant, les prestaron atención médica para que se recuperasen. Kang estaba sumamente molesto, quería de vuelta su espada. Pero Constant era feliz, había realizado una increíble proeza.





Rul Maister observaba como detenían los templarios a los brujos, escondido en las sombras. Pero tenía el libro secreto en el que estaban anotados los conjuros de su maestro. Se vengaría.







Bueno, ahí está, para bien o mal. Claro que deja muchas cosas abiertas, y que hay otras que necesitan explicación, pero eso se debe a que es un capítulo dentro de una historia más amplia. También señalar que quizá no haya quedado bien, pues en realidad es mucho más extenso, y para resumirlo he tenido que obiar infinidad de detalles y explicaciones. Pero como he dicho, eso es un esbozo de una partida. Aprovecho para enviar un saludo a aquellos que nos reunimos todos los viernes (sí, Reiji, a los de los jueves también) para jugar; las buenas costumbres no deben perderse. También propongo a aquellos que nos conozcan a adivinar quienes interpretaban a los portagonistas.
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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Mi vecina es de Marte.

¡Buenos días!¡Good morning!¡Bon día!¡Egunon!¡Bonjour!¡Guten Morgen!¡доброе утро!
¡Lo primero, agradecer a todos los lectores de todas partes del Globo vuestras visitas! Siempre se agradecen. Lo siguiente, decir que hoy probaré algo
nuevo, el "microrrelato". Este consiste en narrar una historia de manera muy breve (a juicio personal, preferiblemente en menos de 20 palabras). Y para ello, elegiré el tópico propuesto hace ya tiempo, que da título a la entrada de hoy.

No penséis que es una frase sin ton ni son, pues requiere un gran esfuerzo pensar algo así. De modo que, ahí va:

"Las regaba ella en su floristería, feliz con su trabajo. Pero yo la observaba. La observaba, porque sabía la verdad."

Bueno, espero que no os haya decepcionado. Al fin y al cabo, el microrrelato es el máximo exponente del relato corto. Si a alguien le interesan los microrrelatos, puede leer más aquí. Los tres temas que quedan en el tintero (dos de ellos propuestos en los comentarios de la anterior entrada) se publicarán próximamente. El siguiente, será un fragmento de una de nuestras aventuras con el rol. ¡Hasta entonces!



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lunes, 21 de noviembre de 2011

El caballero de la armadura maldita. Recoger el papel y leerlo

Jaime se agacha y se apodera del viejo pedazo de pergamino.



Pergamino:

Sólo un caballero nacido Serner

la maldición que nos persigue podrá romper.

Pero los que visten el acero de sir Elot Serner

valor y coraje verdaderos deberán tener.

Antes de que el alba rompa la oscuridad,

un Caballero Bendito al Maldito se enfrentará.



-Es divertido, suena como un desafío.- Comenta Jaime.

-Los que visten el acero de sir Elot Serner... ¿Que significa eso? – lee de nuevo Jaime.

-La armadura- contesta Julián.- la armadura de sir Elot Serner.

-Pero ha desaparecido- señala Jaime.

-Este pedazo de papel seguramente ha sido arrancado de algún sitio-añade Julián.- Si pudiéramos encontrar el resto de pergamino, quizás averiguaríamos dónde está la armadura desaparecida.

-Ésa es la cosa más tonta que he escuchado en toda mi vida.- Contesta Gloria frotándose los ojos a causa del sueño.

Julián da un gran bostezo y Jaime también. Sienten una repentina necesidad de dormir. Se echan al suelo y …



a) Jaime se despierta junto con Julián y Gloria.

b) Jaime se despierta solo.

domingo, 20 de noviembre de 2011

El caballero de la armadura maldita. Abrir el cajón del Caballero Bendito..


-Tenemos que liberar al Caballero Bendito, quizá nos ayude a luchar contra la maldición- levanta la voz Jaime sobre los gritos y el pesado rechinar metálico.

-Pero...pero...-balbucea Julián muerto de miedo.

-Limitate a abrir eso y acabemos de una vez-Corta Gloria.


Jaime desliza los dedos por las correas de piel que cierran el cajón.

Gloria se limita a mirar mientras Julián y Jaime hacen el trabajo. El chirrido metálico suena más alto que nunca cuando la puerta del cajón cae al suelo. Jaime se apodera de la linterna y alumbra el interior. Gloria es la primera en dar un respingo.

Jaime se asoma al cajón. Hay un haz de luz y luego...

-¡Aquí no hay nada!-exclama Jaime.-¿No dijisteis que aquí había una armadura?.

-La había- Se enfada Gloria recobrando su frialdad.- ¡Este cajón pesaba un quintal cuando lo empujamos hasta aquí!.

Gloria echa una mirada al cajón.

-Alguien debe haber sacado la armadura, eso es todo.-Contesta Julián.

Mala observación: !IIIIIIIIiiiiiaaa! El chillido aterrador del Caballero Maldito se convierte en una siniestra carcajada.

-Es la maldición. El Caballero Maldito asesinó sir Elot Serner y ahora se ha apropiado de su armadura.-Les explica Julián.

-¿Y qué más?- Contesta Jaime incrédulo.

De repente ve algo allí, en el fondo del cajón: un viejo y maltrecho pedazo de pergamino. ¿Lo coge? El asusto de la maldición parece cada vez más serio.



a) Recoger el papel y leerlo.

b)Cerrar el cajón y llamar a la policía.

martes, 15 de noviembre de 2011

Mazmorras y dragones(Típico tópico)

Hola de nuevo (tarde pero a tiempo). Me ha sucedido algo extraño: he encontrado otro blog (to'l pollo) que aparecía como mío, y sin embargo era de dos compañeros míos de bachiller. Y el blog es anterior a mi cuenta en blogger. Cosas raras de teh internet. Da igual, ese no es el tema ahora, ahora toca... ¡una de caballeros! Sé que me habíais pedido alguna acerca de mis vivencias con el rol, pero antes de ello, me gustaría elegir bien cual de todas las historietas poner, para lo que quizá pregunte a mis colegas de viejas partidas (Carlos moñas, Raulillo, y principalmente, Loren). Intentaré que la próxima sea un fragmento de una de mis bitácoras (¡el retraso es para daros más ganas!), pero de momento, ahora toca una que me pidió explícitamente mi compañero Reiji.
Ahí va, ¡mazmorras y dragones!
En el cielo se fundían los colores del abismo y la sangre. En torno a la negra fortaleza se arremolinaban negros árboles tan retorcidos como lo que se escondería tras sus muros. Y entre toda la oscuridad que se plantaba en torno a tan lúgubre lugar, se erguía una reluciente armadura completa plateada, brillante como el fulgor del Sol que desvanecía justiciero las sombras. Cubría completamente a su portador desconocido, como si intentase protegerle incluso del aire empozoñado con MAL que se respiraba. La misteriosa figura tenía en sus manos un enorme escudo azul y una espada enorme. Debía de ser alguien muy musculoso como para poder cargar con tan pesado equipaje.


Entró a través del gigantesco portón de podrida madera. Aquello pareció ser algún día habitado por el hombre, ahora no era mas que una vacía edificación de piedra, con rotos muebles en su interior, guardados por sombras. Pero varios de estos no todos habían sido dañados únicamente por el tiempo. Algo grande y ardiente tenía que haberlos aplastado. En cuanto más avanzó, más fuertemente comenzaban a escucharse unos extraños gruñidos desde el corazón del fuerte. Pero nada quebrantó la firme voluntad de nuestra figura protagonista. Avanzó con convicción y sin miedo. Nada le impediría rescatar a la grácil y fina figura que aguardaba en lo alto del más alto torreón.


Pero algo apartó la resplandeciente armadura de sus pensamientos. Una figura negruzca en el suelo. Se acercó, y la movió algo con la espada. Entonces, la figura se quebró, debido a su increíble fragilidad, en plovo. Más bien cenizas. Parecían haber sido huesos, quemados. Al alzar su vista, vió que el pórtico que tenía ante sí estaba coronado por huesos humanos. Pilas de cráneos lo rodeaban. Sin duda alguna iba por buen camino.


Pero el futuro se adelantó. Al momento, dejaron de escucharse los sonidos del otro lado de la puerta. La mano enfundada en metal se acercó a la madera para empujarla con sigilo, cuando las rendijas del pórtico se iluminaron muy fuertemente. En un acto reflejo, se cubrió con el escudo a tiempo que la madera ardió en llamas. Todo a su alrededor era fuego. Ahora podía verse el origen del fuego. Allí adentro había un dorado dragón de varios metros de altura. Extendía sus alas, magnífico, mientras sus blancos ojos buscaban a fuese quien fuese que le había despertado, no sólo a él, sino también a su apetito.


La resplandeciente figura heróica (más impresionante por el reflejo de las llamas en su armadura) corrió a la enorme sala de piedra donde la aguardaba su tremendo enemigo. El enorme dragón se alzó, y sacudió el suelo, tratando de aplastar al supuesto valeroso caballero. Este corrió tras una columna. Sería difícil acercarse al dragón, al menos, acercarse y conservar la vida en el intento. Pensó en su próximo movimiento. Pero tuvo poco tiempo para pensar, pues se agachó de forma instintiva al menor indicio de movimiento. Efectivamente, la cola del dragón había derribado la columna tras la que se ocultaba, por lo que tuvo que hacerse a un lado rápidamente, tapándose con el escudo para evitar los escombros. Aprovechó el momento, y corrió hacia el gigantesco reptiliano. Era su oportunidad. Pasó junto a una de sus gruesas patas, tratándo de herirle con su espada bastarda, sin efecto alguno. Esas escamas eran más duras que la roca; pero no tenía tiempo para detenerse y pensarlo, de modo que corrió hacia el fondo de la sala.


Debía de pensar algo rápido, o acabaría entre una pila de huesos. Se le ocurrió que quizás las alas fuesen un punto vulnerable, o quizá el cuello. Gracias a la lentitud de la bestia para darse media vuelta, al personaje protagonista del relato le dió tiempo a percatarse de las escaleras que rodeaban la sala. Subió corriendo por ellas, mientras el dragón intentó acertar con una de sus llamaradas. De nuevo volvió a interponer el férreo escudo que detuvo el fuego. Y el caballero aprovechó el momento para saltar sobre su enemigo. En un acato de valor, voló sobre la distancia que los separaba, y atravesó la membranosa ala con su espada. El dragón rugió de furia, y abatió sus alas. Nuestro supuesto héroe salió volando, desprovisto ahora de sus armas. El escudo cayó a lo más profundo de una pequeña fosa, y la espada acabó trabada en una lampara que colgaba en lo alto de la cámara. Sin embargo, tuvo la fortuna de cortar una de las gruesas cuerdas que sostenían la lámpara, de modo que esta se quedó colgando a una altura más cercana. Y sin embargo, aún estaba en un punto bastante elevado.


Se frotó el yelmo. La armadura se veía ahora algo ennegrecida, y abollada debido al golpe. Pero aún magullada se veía llena de gloria. Herirle el ala sólo había servido para enfurecer al monstruo, y visto su gaznate de cerca, daba la sensación de ser tan blindado como el resto del dragón. Era imposible atravesar sus defensas, pero aún así, debía de intentarlo. Y lo primero sería recuperar su espada. Subió a toda prisa por las escaleras en que se encontraba (las cuales, como ya dije, recorrían entorno la gigantesca sala en una espiral ascendente). Y el dragón aleteó, creando potentes ráfagas de aire, que no torcieron el rumbo de nuestro viril héroe, a medida que se acercaba hacia este casi volando (pues el espacio no le permitía volar plenamente). Y la plateada y ya no tan brillante armadura llegó al final de las escaleras, pues simplemente, a esa altura (poco más que la del dragón), estaban rotoas, de modo que el camino terminaba allí. Se giró hacia el lado en el que se le acercaba la bestia, con las fauces abiertas. Algo brillaba en lo más profundo de su garganta. Era el infierno mismo. Pero entre nuestro personaje principal y el malvado dragón, colgaba la lámpara en la que se había enganchado la espada. Y eso bastó para que una audaz idea (por no ser llamada locura suicida) cruzó la mente de nuestro protagonista.


Retrocedió algo, y deshaciéndose de todo miedo, corrió hacia el dragón. Corrió hacia el fuego. Corrió hacia la muerte misma. Y saltó, impulsándose sobre la caída que ahora tenía bajo sí, levantando en el aire todo el peso de la acorazada armadura. El fuego comenzaba a asomar por la boca del dragón, todo parecía avanzar en cámara lenta, hasta el tiempo estaba prestando atención a todo detalle de la escena. La resplandeciénte armadura logró sujetarse a la lámpara colgante con una mano, mientras con la otra cogía su espada. Y siguiendo el impulso, la lámpara la balanceó sola hacia el dragón, que ya había escupido el fuego. Ahora, nuestra valerosa armadura estaba envuelta en llamas, mientras volaba por el aire. No se podía ni respirar, todo era fuego, todo ardía. Pero eso no la detuvo. Si el exterior del dragón era duro como el más poderoso metal jamás forjado, el interior debía de ser blando como la tierra húmeda. Y en un grito de poder y esperanza, atravesó las llamas, y entró en la boca del dragón. Este detuvo el fuego cerrando su mandíbula, para tragar a su nueva víctima. Por unos segundos todo se detuvo, el dragón se mantuvo petrificado.


Y entonces, comenzó a salirle sangre de la nariz. A continuación, antes de lo esperado, cayó fulminado al suelo. La boca de la tremenda bestia comenzó a abrirse poco a poco, pesadamente. Y de ella salió la armadura, humeante y sucia, pero victoriosa sin lugar a dudas... había matado al dragón. Había logrado lo imposible para cumplir la leyenda, y rescatar a quien tanto había estado en prisión en el más alto torreón. De ese modo, siguió caminando, y al poco, llegó a la puerta del más alto torreón. Subió por una larga escalera de caracol a lo más alto del más alto torreón. Y llegó, finalmente, a la sala prometida.


Abrió no sin algo de rudeza la puerta de madera. Tras ella había un pequeño y lujoso dormitorio, con la piedra tapizada en azur, y una ventana, tapada por unas cortinas celestes, que dejaban entrar algo de luz en la habitación, dándole un tono onírico. Nuestra figura enfundada se acercó a la enorme cama de matrimonio, velada por mosquiteras azules. Las apartó, y se acercó a la figura que yacía vestida de gala. Ropas azules, por supuesto. Mallas claras...camisa oscura, pelo castaño bien peinado, bigote y barba bien arreglados...bigote y barba bien arreglados...bigote y barba bien arreglados...
Era un príncipe, fino y grácil. Y nuestra figura se quitó el yelmo. Los largos pelos claros castaños cayeron por encima de sus hombros. Aun dolorida y con el rostro manchado por hollín, nuestra heroína había llegado hasta allí arriba. Quién diría lo equivocados que estaban los cuentos de hadas.






Bueno, hola de nuevo. El tema de esta semana, tal y como me propuso personalmente Reiji, es una guerrera que rescata a su príncipe. Aunque mientras lo escribía, me dieron ganas de ser un caballero el que se encuentra al príncipe. De todos modos, ahí está la historia (se nota que toco en un grupo de Epic Metal, ¿eh? Un saludo a mis compañeros de Taste of Vitae. Aprovecho para hacer publicidad y decir que tocaremos el 9 de Abril en Gandía, a quien le interese, que me pregunte). Y nada, eso es todo. A aquellos que me pidieron acerca del rol, si quieren proponerme algo más concreto, pueden hacerlo ahora. Y si lo que interesa es un tema aparte, es momento de proponerlo, pues después (o a este paso incluso quizá antes) de lo del rol, tocará escribir algo. Al tema de "mi vecina es una extraterrestre", si alguien estaba interesado, que me concrete algo más, para que me sea menos complicado (de todos modos, espero acabar utilizandolo).


Y nada, señoras, ya me dirán ustedes. Gutte Nacht, Freunden.
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El caballero de la armadura maldita. Abrir el cajón del Caballero Bendito.

-Abriremos el cajón del Caballero Bendito- decide Jaime.

No quiere arriesgarse. Cuando acaba de decir eso, un grito escalofriante inunda el garaje. El cajón del caballero Maldito vuelve a agitarse. La armadura de su interior emite sonidos terroríficos.

Jaime se abraza a Julián ¿o a Gloria? No es fácil con tanta oscuridad.

El alto cajón del Caballero Maldito se mueve de un lado a otro hacia ellos.

-¡Saltemos!-grita Jaime.

Pero solo consigue dar unos pasos hacia la puerta del garaje antes de que algo les bloquee la salida.

-¡Una bestia horrible!-grita Julián.






-¡Aaaaah!-chilla Gloria.

A Jaime le cae la linterna de las manos y golpea el suelo.

-!Se me ha liado algo en la pierna!- dice Gloria con preocupación.

Jaime se acerca a ella, pero unas poderosas garras le arañan el rostro. Busca un interruptor y se enciende una bombilla que cuelga del techo y una tenue luz alumbra el garaje. De repente todo parece tranquilo.

Y ahora lo ve, el monstruo que bloquea la salida es un cortador de césped.

Lo que le ha arañado a Jaime no es más que un rastrillo de metal y la serpiente que enrollaba la pierda de Gloria una manguera.

-¡Lo sabia!- Dice Gloria con euforia.

Pero aún no ha terminado no saben que contiene la caja del Caballero Maldito. La caja se abalanza sobre Gloria.

La bombilla del techo empieza a dar vueltas. Julián se esfuerza por levantar a su hermana. Ahora si que parece realmente asustado. De Jaime depende hacer algo. Pero ¿qué?

a) Abrir el cajón del Caballero Maldito.

b) Abrir el cajón del Caballero Bendito.

jueves, 10 de noviembre de 2011

El caballero de la armadura maldita.Tendrá que investigar en el garaje


ÑIIIIIIIIEC

Otro escalofriante chirrido irrumpe en la noche. Julián y Gloria están también despiertos. Los escalofriantes sonidos les han reunido alrededor de la cama de Jaime.


-Será mejor que investiguemos lo que pasa en el garaje-Les dice Jaime.


Otro grito irrumpe en la noche. Gloria se olvida de su superioridad y se agarra al brazo de Jaime. Julián le agarra del otro. Jaime se aferra a la linterna que hay en un cajón y sale fuera. Consiguen llegar a la puerta del garaje. Aguardan un momento y escuchan más gritos.


-Bien, entremos-Dice Jaime.


Jaime se agacha, agarra el tirador y abre la puerta. La puerta del garaje se balancea y se abre.

La oscuridad nunca les ha parecido tan negra como ahora. Los objetos de la familia parecen raros. El haz de luz de la linterna se desliza sobre las espantosas figuras envueltas en sombras de los dos cajones. Están ahí en medio, como dos ataúdes. Ven uno que se mueve.

La luz se refleja en una de las cajas, justo en la que lleva la maldición. Y descubren otra etiqueta que dice: caballero maldito y la otra: caballero bendito.


-¿Cual abrimos?-Dice Jaime muy nervioso.


-Ninguno!!- Contesta Julián. Parece aterrorizado.


Jaime no acaba de creerse lo de la maldición tal vez Julian y Gloria podrían haberse puesto de acuerdo con algún amigo para que gritase y agitara las cajas.

Y otra vez... Esos gemidos suenan muy siniestros...


Que tendría que hacer?


a) Abrir el cajón del Caballero Maldito.

b) Abrir el cajón del Caballero Bendito.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La Ciudad de los Muertos



Hola de nuevo, compañeros. Hoy llego con algo de retraso (para variar), pero llego. En este caso a las 2 y algo de la mañana, absorto entre el frío, la lluvia, y Sunn O))), para traeros la historia de esta semana. Si no he podido hacerlo antes, es porque me he encontrado especialmente ocupado trabajando. Pero bueno, no creo que sea esto algo que deba explicar aquí, así que, ahí va:

Otra de no-muertos:


Un desértico poblado se mostró ante ellos. Era sólo media tarde, pero el día de viaje había sido demoledor para ellos. Judy parecía muy herida, incluso había perdido la consciencia. El motero entró pidiendo ayuda a gritos entre las vacías casas de madera, por la polvorienta calle. Nadie respondió. Dejó ahí la moto, y llevó a Judy en sus brazos hacia una de las casas. Abrió una puerta, en lo más profundo de un viejo porche.

Dentro había algo que olía mal, pero mejor era aquello antes que nada. Dejó a Judy tumbada en el roto sofá que acababa de descubrir. En el rostro de la muchacha se dibujaban gestos de dolor, y el sudor de su frente indicaba que la fiebre le subía. Algo tendría que hacer. Se sacudió, y salió de nuevo a la calle.

Pero para su sorpresa, un vehículo militar irrumpió en mitad del desolado paraje, del cual comenzaron a salir personas armadas, ataviadas con trajes de camuflaje, y corrieron de un lado a otro. Sin embargo, entre ellos, habían unos pocos que no llevaban armas. Antes de poder percatarse, Marky ya había sido reducido por estos inesperados visitantes.

Habiendo recuperado sus sentidos, el motero despertó en otra casa. El olor seguía siendo tan fuerte como en la casa en la que dejó a Judy. Parecía ser que era algo común a todo el poblado. Estaba esposado, sentado en una silla de madera. Frente a él había uno de esos hombres que no llevaban armas.

-"Veo que has despertado".
-"Ugh..."
-"¿Cómo te encuentras?"
-"Cómodo, ¿se puede estar más cómodo que esposado sin motivo alguno?"-Respondió Marky.
-"No, no sin motivo."
-"¿Qué hay entonces tras esto?Es lo mismo...¡hay una mujer herida!¿¡No deberían hacer algo por ella!?"
-"Será tarde. La tardanza de los efectos varían según el tipo de sangre. De todos modos está condenada. Como tú"
-"¿Condenado?¿A qué?"
-"Hemos venido a limpiar el lugar. Quizá tú puedas venir con nosotros. Pero si como dices tienes una amiga herida aquí, no correremos riesgos."
-"¿Qué riesgo? ¡En todo caso ella corre riesgo!"
-"Tendremos que dejarla. Al menos tú has tenido suerte. Esta noche barreremos varias hectáreas con napalm. No podemos permitir que se extienda."-Dijo negando con la cabeza.
-"No entiendo nada de lo que dices, pero no me gusta en absoluto. No te quepa la menor duda de que..."-Le respondió Marky sacudiendo la silla a la que se encontraba atado.
-"Esto es culpa nuestra, entiendo que estés furioso. Nuestro afán por llegar más lejos antes que nadie nos ha llevado hasta aquí. Es el progreso descontrolado, por el que hemos hecho cosas como esta, y peores. El problema es que esta vez el problema nos ha llegado a casa, en lugar de permanecer en su laboratorio en algún país tercermundista. Da igual que escuches esto, no saldrás de aquí."

Entonces se escuchó un ruido fuerte del exterior de la casa, seguido de disparos. El hombre se levantó de golpe, y fue a dirigirse al exterior. Una vez solo, Marky se levantó, y se asomó por la puerta. Era de noche, otra vez. Ahí afuera parecía haber comenzado una batalla campal. Personas provinientes del fondo de la calle eran acribilladas por los militares. Y sin embargo, no se detenían. Pronto se dieron cuenta de que no era el único frente por el que podrían ser atacados, pues esos extraños seres, por encima de la muerte, habían comenzado a salir de otros lados.
Es raro pensar que en realidad son ellos los que carecen de maldad alguna, pues se mueven únicamente por una necesidad natural. Son las personas vivas las que se mueven por maldad; las que matan por placer, las que provocan males tan grandes por beneficio propio y totalmente egoista. A nuestro lado, los zombis son inocentes y puros. Ahora, el olor nauseabundo que traía el viento se mezclaba con el de la pólvora.

Ello no quita que sean un riesgo potencial de morir, y mejor ver a uno de esos abatido en el suelo, que verse uno mismo entre sus tumultos. Marky salió a la calle, bordeando el edifico, tratando de apartarse de los disparos y explosiones. Allí encontró al hombre que estuvo con él instantes antes, en el suelo boca abajo, con cinco de esos seres a su alrededor deleitándose con sus tripas. Marky golpeó una piedra hacia ellos, y estos se giraron, haciendo un amago parecido a mirarle, con sus blancos y desenfocados ojos. Untados en sangre, se levantaron, y avanzaron hacia el hombre esposado de chaqueta de cuero, quien corrió hacia el coche militar. Sabía que a la vuelta de la esquina había un grupo de hombres armados, los había visto antes. Algo se podría hacer.

Esos seres corrían más de lo que Marky esperaba. En un pestañeo, ya estarían sobre él, hincando sus pútridos dientes en su cuerpo. Pero la suerte le sonrió, haciéndole tropezar en el momento justo en que dos soldados cruzaban el lugar. Abrieron fuego indiscriminadamente, sin reparar en que el preso había rodado hasta llegar debajo del porche. Habían abatido a los no-muertos, sin percatarse de Marky. Este avanzó a rastras hasta llegar de nuevo hasta el cadáver que había abandonado poco antes. Tenía una corazonada. Corrió a su lado, y le examinó apresuradamente por el cinto y los bolsillos. Efectivamente, tenía un llavero, con varias llaves. Lo cogió, y avanzó hasta la primera casucha a la que llegó. Esperaba que Judy siguiese ahí.

Y efectivamente, así era. Los militares no habían reparado demasiado en el interior de las casas, al parecer. Se quitó las esposas lo más rápido que pudo usar torpemente las llaves. Era un alivio, pensó frotándose las muñecas. Y miró a Judy, tendida en el sofá, pálida y débil. Casi parecía que no respiraba. Acto seguido miró por la ventana, y vió como el coche militar arrancaba y huía arrollando esos seres. Pero aún quedaban muchos más. Aquello a donde fue con la esperanza de ser la salvación para todos, resultó ser todo lo contrario. Allí vió que no había salvación, y posiblemente no la fuese a haber. Aquello le resultó ser más bien una Ciudad de los Muertos.


Marky había viajado mucho. El Sol y el polvo fueron lo único que vió durante unas cuantas horas. Caminaba (pues la motocicleta ya se había quedado sin combustible) salpicado por sangre, sangre de la mujer que horas atrás veía el amanecer con él. Aún no se podía creer que eso estuviese sucediendo. Su mente repetía la escena una y otra vez, alentada por la sed, el hambre, el calor, y el miedo.

Pero era hora de olvidar. Él seguía vivo. Y de nuevo, nada importaba más que eso.




Hale, y ahí está la historia que tuvo que ser la semana pasada. Perdón por el retraso. También he de añadir que no se me podía pedir mucho, pues es tarde, y últimamente he dormido pocas horas. El título de esta historieta es un guiño a una canción de Sabbath(¡un saludo a aquellos hermanos del metal con los que coincidí en la banda!). Y nada más que añadir. La semana que viene, supongo que una de rol. Espero poder usar el tema de "mi vecina es una marciana", me gustaría mucho, pero es complicado. Lo pensaré, pero mientras, me decantaré por la propuesta de rol.


Buenas noches a todos.

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martes, 8 de noviembre de 2011

Red Moon

Siento el pequeño retraso, he tenido algunos inconvenientes para colgarla a tiempo, pero aquí esta, espero que os guste ^___^



Tras el cálido viento nocturno
Una gota de sangre resbala,
Desde la yugular de una virgen
Bella como los ángeles.

La noche alberga horrores
La luz purga los males
No es suficiente…lo sé…
Pero es la luz del sol que expone a las ánimas

La brisa de la noche muestra sus fauces
Hacia una nueva mañana
Las intimidades de las estrellas quedan expuestas
Las horas pasan despacio y la noche no termina

¿Qué pasa?
Todo vuelve lento…
¿Por qué no huyes?
Sé que se te acaba el aliento

Eso es…
Tenme miedo
Huye…
Huye ser de la noche.
   
Corre hasta donde puedas
Que yo te alcanzare
Te sacare las tripas
Y la esperanza te arrebatare

Pagaras por tus estupideces,
Será mejor que reces.
Ya deseo rasgar tu piel,
Hincar mis colmillos y tu sangre beber.

Me estoy emocionando
Ando sediento
Ya me estoy alegrando
Se te termina el aliento

Oh mi amada luna
Te ofrezco este sacrificio
Pues de tu hermosa figura
Me paso la noche soñando

Luna roja
Hermosa como la sangre
Brindo por tu amor
Mientras sacio mi hambre.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Una de Conejos...

Hola a todos. He aqui mi entrada, tardía, pero sin falta. Siento las molestias que esto haya podido causar, pero me coincidió con una gran serie de compromisos personales. Sin embargo, como ya he dicho, estoy ahora de nuevo aquí.

Sí, puede que los humanos también tengan derecho a comer humanos. ¿Pero, no es más cuco si son animales que comen animales?







Érase una vez, una apacible comunidad de animalitos en el bosque. Árboles altos, y hierba espesa. Y en el corazón de este lugar, se alojaba la susodicha comunidad. Entre madrigueras y arbustos, vivían los conejos. Tenían comida de sobra, y no había depredador alguno que interrumpiese su paz.

Sin embargo, llegó el momento en que los habitantes del bosque aumentaron, pues otros lugares igual de bellos estaban siendo destruidos por la mano humana. Y sus moradores, vinieron a vivir con los conejos. Desde más conejos, hasta fieros lobos, pasando por toda clase de mamíferos. La convivencia fué más difícil, y los animales formaron una sociedad, construyendo con la madera un entorno adecuado para todos los habitantes. Los conejos tomaron el liderazgo.

Años después, la sociedad de los conejos ya estaba asentada totalmente, y desde luego nad parecía el idílico bosque que una vez fue. Era una nueva generación , una nueva era. Por entonces, Bigotitos era el nuevo detective. Un conejo joven, negro, con alguna mancha rosita. Estaba en el caso de algunas horribles muertes de conejos. Solo de conejos. Había estado tiempo investigando. Las autoridades achacaban los delitos a un temido lobo feroz, que había estado hostigando a pobres animalillos dentro de la "urbe". Pero Bigotitos pensó que eso era algo muy precipitado. Siempre luchó por la igualdad entre todos los animales, y era un cliché impuesto por los conejos que los lobos eran siempre los culpables de tales crímenes. Por eso, investigaría lo sucedido.

El verano era seco y caluroso, lo que hacía más duro el trabajo de Bigotitos. Y aún más si tenemos en cuenta la extraña dosificación de agua que se estaba llevando a cabo. Las pistas que tenían es que algún animal estaba devorando conejos, apenas dejando rastro alguno. Para continuar, decidió entrevistarse con Arrancapinos, el feroz lobo negro. Estaba encerrado en la más profunda madriguera. Para ello, había obtenido el permiso de Mordisquitos, el alcalde.

Pero algo había llamado la atención de Bigotitos en el despacho de Mordisquitos: la foto de un humano, sobre la mesa del alcalde, que este había guardado apresuradamente. Ya pensaría en ello más tarde.

Bigotitos preguntó al lobo cómo se defendía de las acusaciones hechas sobre él. El canino no era una simple bestia, como pintaban los conejos.

-"Conejito, conejito, no he sido yo. Mis pezuñas son muy grandes como para abrir vuestras puertas."
-"Lobo feroz, no fueron abiertas con pezuñas, sino con dientes."
-"Mis dientes no fueron capaces, oh conejito".
-"No lo dicen, lobito, pero las puertas fueron roídas desde dentro. Y si no fuiste tú, ¿quién fue si no?"
-"Tierno animalito, se bueno conmigo. No me como animalitos de nuestra ciudad. No lo creerás, pero sois vosotros los que os coméis entre vosotros, ignorante animalito."
-"Lobito mentiroso, ¿Cómo me lo creo?"
-"Hace tiempo, en otro bosque, lo oí. Hay conejitos que a veces comen conejitos. Pero nadie me creer. ¿Quién creerá que escuché eso de los humanos malvados?"
-"¿Los humanos?"
-"Ellos saben más que nadie en el bosque. Quizá sepan como volver turuletas a los animalitos tiernos tiernos."

Y Bigotitos creyó haber averiguado algo grande. Y si Mordisquitos estaba detrás de todo. Pero...¿Por qué? Volvió al bosque, a hablar con Mordisquitos.

-"Conejo, conejo malo."-Dijo Bigotitos-"Tú hablaste a los humanos."
-"Hablé a los humanos, ¿cómo sabes eso, zanahorio entrometido?"-Dijo el alcalde.
-"¿Por qué fuiste tan malo malo, conejo malo?"
-"Los humanos sabios me han enseñado a envenenar el agua. Así culparemos a los lobos feroces, y los encerraremos a todos. De todos modos, nos acabarían haciendo ñam ñam."
-"¡Pero ahora nos hacemos ñam ñam entre nosotros!"
-"Ahora, los humanos me asegurarán quedarme en el bosque, mandando a los animalitos, como siempre. Serán buenos conmigo. Y tú, que has bebido de el agua malita, te volveras tururu y comerás conejitos."
-"¡No si antes digo lo malo que eres a todos!"
-"No dejaré que salgas de aquí"

Y de detrás de Bigotitos, salió Arrancapinos. Los miró felizmente. Era libre. Bigotitos le había soltado para que Mordisquitos no le tirase a los otros conejitos tururu que habían bebido agua malita. Además, Bigotitos tenía la esperanza de encontrar el cura-sana del agua mala. Pero Arrancapinos tenía otro parecer.


-"Conejitos tiernos tiernos... habéis olvidado mi naturaleza. Lobo soy. No comí esos conejitos, pero quién dijo que no los fuese a comer después. Es más fácil comer animalitos que discuten entre ellos, y no discuten conmigo"-Dijo.-"¿Ahora ves, conejito, tierno tierno? No pidas ayuda a un lobo para morder a tus semejantes, pues acabará mordiéndote a tí."






Sé que no era la historia de caníbales que deseabais. De hecho, el canibalismo es más bien trasfondo que historia. Pero, sin embargo, para ser algo que he ido improvisando sobre la marcha, no está tan mal. Y además, así varío en el contenido, para que no sea tan parecido a lo de los zombis. Y además, ha quedado más entrañable que si hubiesen sido personas, y un lugar y conversaciones menos absurdas (¿a que sí?). Bueno, al fin y al cabo, he cumplido, de un modo u otro, los conejos eran caníbales, y he dejado moraleja, como me gusta hacer (¡todas mis historias tienen moraleja!). Para esta misma semana, zombis 2: La Ciudad de los Muertos.

Gracias a todos por leer, y a mis compañeros por aguantar mis retrasos. Mahalo, makamakas.
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